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No había jeringas, tubos, catéteres ni máquinas. La muerte de mi suegro por cáncer fue lo más pacíficamente posible.
En lugar de pasar sus últimos días en un cuarto frío de hospital rodeado de extraños, Pablo murió el 8 de marzo del 2018, en su casa, bajo los cuidados paliativos u hospicio, como se le conoce en los Estados Unidos. A su lado estaban sus hijos y nietos, mientras escuchaba canciones rancheras de Vicente Fernández, Rocío Dúrcal, incluyendo La Mano de Dios de José Alfredo Jiménez. Hicimos una oración, mientras tomaba la mano de mi esposo, Jorge.
Pablo era ex trabajador migrante, católico, arraigado en su fe hasta el último momento de su vida. Él estaba sufriendo un dolor insoportable en la espalda y en sus huesos. En menos de cuatro semanas, pasamos de celebrar sus 79 años de vida, a lamentar su dolorosa muerte por cáncer.
Mi suegro había estado lidiando con otro tipo de problemas de salud no relacionados con el cáncer, por aproximadamente un año. Soportó pruebas agonizantes, una tras otra, y lo hizo como todo un campeón. No podíamos creer cuando nos dijeron que él tenía cáncer. No queríamos aceptar que teníamos muy poquito tiempo para estar con él.
Los médicos nos dieron dos opciones: una biopsia para determinar dónde se encontraba el cáncer, o los cuidados paliativos conocidos como hospicio.
Elegimos Hospicio.
Noviembre es el Mes Nacional de Hospicio y Cuidados Paliativos. Es un momento oportuno para hablar de esta opción y aclarar algunos de los conceptos erróneos que existen entre nuestra gente latina / hispana, sobre este servicio que brinda cuidados médicos compasivos para el fin de vida.
El hospicio no es un establecimiento físico. Es un enfoque de tratamiento ofrecido en equipo interdisciplinario, que incluye cuidados de salud por expertos médicos, manejo del dolor, así como apoyo emocional y espiritual. Este servicio permite que los pacientes y sus familiares, puedan vivir lo más plenamente posible, dentro de los limitantes de vida de una enfermedad. El cuidado completo de la persona permite que el equipo de hospicio, aborde las necesidades y desafíos únicos de cada paciente. Esto incluye el entender y respetar la cultura y tradiciones de la familia, así como las creencias individuales de cada paciente.
Los cuidados de hospicio casi siempre se proporcionan en el hogar del paciente, pero también se pueden hacer arreglos para que se brinden en el lugar donde el paciente se sienta más cómodo, como en casa de un familiar o de un amigo/a. Dichos servicios también se ofrecen en centros de enfermería especializada, centros de vida asistida, hospitales y en centros de cuidados a largo plazo o de vida asistida.
Como residente de Nuevo México, sé lo difícil que es para nuestra gente hispana/latina hablar de la muerte. Sin embargo, prepararse para el final es ahora más crítico que nunca, especialmente porque nuestra gente y las personas de color se están muriendo a un índice desproporcionado por el coronavirus.
Compassion & Choices creó un Juego de Herramientas del COVID-19, disponible en www.compassionandchoices.org , para ayudar a las personas a conocer sus opciones de cuidados para el fin de vida.
Crear una directiva anticipada es algo que toda persona debe hacer.
Y literalmente no hay momento más crítico que ahora, para hacerlo.
Han pasado casi dos años desde que el abuelo Pablo cerró sus ojos para siempre. Justo en este mes honramos su memoria con nuestro altar de Día de Muertos. Abracé a mi esposo y le recordé esos últimos momentos tan preciosos y bendecidos que pasamos con su papá en casa.
Hospicio fue la mejor elección que hicimos para mi suegro. Su equipo de cuidados médicos se aseguró de que tuviéramos el apoyo emocional y espiritual, para esas últimas semanas tan difíciles. Nuestra familia lloró en silencio cuando mi esposo abrazó y besó la frente de su padre por última vez.
Mi suegro tomó su último aliento, un jueves a las 10:12 p.m. Él sabía que era amado. Y nosotros quedamos en paz.
En Memoria de Pablo Otero.
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